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Irvine Welsh

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Elijan la vida.
Elijan un trabajo.
Elijan una carrera.
Elijan una familia.
Elijan una televisión grande como la mierda, elijan lavarropas, autos, reproductores de CD y abrelatas eléctricos.
Elijan tener buena salud, bajo colesterol, y cobertura odontológica. Elijan reprogramar la hipoteca a tasa fija.
Elijan una casa para empezar.
Elijan a los amigos.
Elijan ropa de descanso y equipaje al tono.
Elijan un traje de tres piezas pagado a plazos, dentro de una gama de telas de mierda.
Elijan por los "hágalo-usted-mismo" y pregúntense quién carajo es uno el domingo a la mañana.
Elijan sentarse en ese sofá mirando programas de televisión que obnubilan la mente y aplastan el alma, metiéndose comida rápida de mierda en la boca.
Elian terminar pudriéndose al final de todo, meándose encima en una casa miserable, una carga para los egoístas hijos de puta que uno ha engendrado para reemplazarnos. Elijan el futuro.
Elijan la vida…

Mozart cuelga los botines.

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Dice;
(..)Pocos días antes se presentó en su casa un desconocido, vestido de gris, que rehusó identificarse y que encargó a Mozart la composición de un réquiem. Le dio un adelanto y quedaron en que regresaría en un mes. Pero el compositor fue llamado desde Praga para escribir la ópera La clemencia de Tito, para festejar la coronación de Leopoldo II.

Cuando subía con su esposa al carruaje que los llevaría a esa ciudad, el desconocido se presentó otra vez, preguntando por su encargo. Esto sobrecogió al compositor.

Más tarde se supo que aquel sombrío personaje (al parecer, llamado Franz Anton Leitgeb) era un enviado del conde Franz von Walsegg, cuya esposa había fallecido. El viudo deseaba que Mozart compusiese la misa de réquiem para los funerales de su mujer, pero quería hacer creer a los demás que la obra era suya y por eso permanecía en el anonimato.

Mozart, obsesionado con la idea de la muerte, desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por su vinculación con la francmasonería e impresionado por el aspecto del enviado, terminó por creer que éste era un mensajero del Destino y que el réquiem que iba a componer sería para su propio funeral.




Y bueno, no hay mucho que decir..pero, Que manera de despedirse!!!


Vielen Dank, Herr Mozart.